Aguascalientes y su falso discurso de seguridad: otro ataque armado exhibe la vulnerabilidad que el PAN insiste en ocultar

El asesinato cometido por motociclistas armados, en una zona concurrida y sin que nadie pudiera detenerlos, vuelve a mostrar que los gobiernos panistas cargan una larga lista de omisiones que permiten que la violencia avance sin freno.

12/1/20251 min read

El ataque registrado en el cruce de Aguascalientes y Chilpancingo —una zona normalmente llena de peatones, comercios y actividad constante— dejó al descubierto, una vez más, la fragilidad con la que operan las autoridades en contextos donde la violencia debería ser imposible. Un hombre fue ejecutado a quemarropa por sujetos en motocicleta que, sin mayor resistencia, dispararon, huyeron y desaparecieron antes de que alguna patrulla pudiera reaccionar.

Mientras policías acordonaban la zona y desviaban peatones, el daño ya estaba hecho: otro homicidio cometido con absoluta facilidad, otro crimen sin detenidos, otro ejemplo de cómo la delincuencia se mueve con soltura en espacios públicos que deberían estar protegidos. Y aunque la investigación sigue abierta, lo cierto es que la repetición de estos ataques deja claro que el problema no es el caso aislado: es el entorno permisivo creado por años de improvisaciones, recortes, mínima vigilancia y una estrategia que no funciona.

La narrativa oficial insiste en describir a Aguascalientes como un estado “tranquilo” bajo gobiernos panistas, pero cada hecho violento contradice el discurso. Cuando agresores armados pueden ejecutar y escapar en segundos, la ciudadanía entiende lo que las autoridades se niegan a reconocer: la seguridad real no existe y la respuesta institucional llega siempre después, nunca antes.

Testigos señalaron que el ataque fue directo, rápido y calculado. La posibilidad de un asalto ni siquiera cambia el fondo del problema: en cualquier escenario, la falta de presencia preventiva y la incapacidad para detener a los responsables es la constante.

Aguascalientes vive una contradicción profunda: autoridades que presumen control y cifras maquilladas mientras los hechos violentos continúan en avenidas principales, en colonias céntricas, frente a transeúntes, sin que la policía logre inhibir o contener una dinámica que se ha vuelto demasiado común.

Cada nuevo ataque, como este, evidencia que el modelo de seguridad del PAN quedó rebasado hace mucho. Y mientras sigan negando la crisis, la gente seguirá viviendo en un estado donde la violencia circula con más libertad que la propia ciudadanía.