Caos juvenil en San Pedro: fiesta clandestina con 350 menores exhibe el abandono y la permisividad del gobierno de Movimiento Ciudadano

El operativo reveló alcohol, drogas, armas y hasta equipo táctico. Otra postal del descontrol que avanza mientras la administración estatal mira hacia otro lado.

12/5/20252 min read

Lo ocurrido en San Pedro Garza García no fue una simple fiesta clandestina: fue una radiografía brutal de lo que está sucediendo en Nuevo León bajo el mando de Movimiento Ciudadano, un gobierno que ha perdido la brújula y ha dejado a miles de menores expuestos a redes de alcohol, drogas y violencia sin ningún tipo de contención real. La madrugada estalló en sirenas cuando vecinos de la colonia San Patricio reportaron lo que parecía una reunión ruidosa… sin imaginar que dentro había casi 400 menores, muchos de ellos en evidente estado de ebriedad y sin poder siquiera contactar a sus padres.

La intervención policial destapó un panorama que nadie puede seguir normalizando: adolescentes hacinados dentro de un inmueble convertido en antro improvisado, alcohol por todos lados, luces estroboscópicas, y al fondo —como si se tratara de una operación criminal disfrazada de fiesta— un arsenal de objetos que no deberían estar cerca de ningún joven. Drogas, una pistola calibre 9 milímetros, equipo de radiocomunicación, cascos balísticos, básculas y más de cien mil pesos en efectivo. No es descuido: es una red operando a plena luz de la impunidad que Movimiento Ciudadano ha permitido que crezca mientras presume modernidad.

En total, once adultos fueron detenidos por organizar un evento que, más que fiesta, parecía una trampa para menores en un entorno sin reglas, sin seguridad y sin supervisión estatal. Y mientras el operativo terminó dispersando a cientos de jóvenes —ojalá todos hayan llegado sanos a casa—, quedó flotando la pregunta incómoda:
¿cómo es que un evento de esta magnitud ocurre en el municipio más vigilado de México sin que la autoridad estatal se entere?

Porque, aunque San Pedro tenga su propia corporación, la responsabilidad de prevenir redes de alcohol, drogas y armas entre adolescentes recae en todo un sistema estatal que Movimiento Ciudadano ha dejado fracturado, ocupado más en disputas políticas que en reconstruir un tejido social que se desmorona a pedazos.

Mientras los padres llegaban en pánico a recoger a sus hijos, la escena repetía un mensaje que ya cansa: Nuevo León se está acostumbrando a vivir en emergencia. Y los jóvenes —esos que deberían encontrar espacios seguros— se están convirtiendo en blanco fácil de quienes se benefician del descuido institucional.

Ni un operativo nocturno borra lo evidente: la fiesta clandestina fue un síntoma, no un incidente aislado. Y el desorden que se vio esa noche es exactamente el que Movimiento Ciudadano se niega a reconocer mientras la realidad les grita que han perdido el control.