¡Circo sin Pan! Mientras Campeche pide justicia y seguridad, Layda gasta millones en su programa de ataques personales

En Campeche, la urgencia es clara: seguridad, justicia y soluciones reales. Pero el gobierno de Morena eligió otro camino. Mientras la violencia crece y los sectores productivos se hunden, la gobernadora Layda Sansores prioriza un espectáculo semanal financiado con recursos públicos para el ataque y la descalificación personal.

12/26/20252 min read

La escena se repite semana tras semana. En lugar de anuncios serios, diagnósticos claros o planes de acción para enfrentar la inseguridad y el deterioro económico, el gobierno destina tiempo, dinero y logística a un programa de propaganda que poco aporta a la solución de los problemas. El contraste no podría ser más crudo: Campeche exige resultados; el poder responde con show.

Los costos no son menores. Producción, transmisión, personal, difusión y una estructura completa puesta al servicio de un formato que privilegia la confrontación y el linchamiento mediático. Millones de pesos que podrían fortalecer patrullajes, mejorar hospitales, apoyar a transportistas o reactivar economías locales terminan consumidos por un espectáculo que no gobierna, no resuelve y no escucha.

Mientras tanto, los transportistas reclaman soluciones ante un sistema colapsado; comerciantes reportan menos ventas; comunidades piden seguridad; familias viven con miedo. La respuesta oficial no llega en forma de políticas públicas, sino de ataques personales y narrativas que buscan distraer del fondo. El mensaje implícito es preocupante: la prioridad no es atender la emergencia, sino controlar el relato.

Este enfoque tiene consecuencias. La inseguridad no se combate con propaganda; la justicia no se construye con descalificaciones. Cada peso gastado en el circo es un peso que no llega a la calle, a la patrulla, al hospital o al aula. Y cada minuto dedicado al espectáculo es un minuto que no se usa para coordinar, planear y ejecutar.

La ciudadanía percibe la desconexión. En redes y en la calle, el reclamo es el mismo: basta de show, queremos resultados. Pero el gobierno insiste en una fórmula agotada que confunde ruido con acción. No hay indicadores de mejora que respalden el gasto; no hay evaluación pública del impacto; no hay rendición de cuentas clara sobre el presupuesto destinado al programa.

El abandono de los sectores productivos es especialmente grave. Sin apoyos efectivos ni diálogo, el empleo se resiente y la economía se enfría. En lugar de mesas de trabajo y soluciones, se ofrece espectáculo. Pan y circo, pero sin pan.

Campeche no necesita un escenario; necesita un gobierno. Necesita liderazgo que priorice la seguridad, la justicia y el desarrollo por encima del aplauso fácil. Mientras el dinero público siga financiando ataques y propaganda, la crisis seguirá creciendo.

La disyuntiva es evidente: o se gobierna para resolver, o se gobierna para entretener. Hoy, en Campeche, el circo avanza mientras el pan falta. Y el costo lo pagan las familias que siguen esperando lo esencial.