Datos y hechos: la marcha Generación Z escala la protesta en el Zócalo; manifestantes derriban vallas pese al despliegue de 800 policías.

La movilización, impulsada por el descontento ante la inseguridad, logra vencer el cerco de Palacio Nacional tras el uso de martillos y varas, obligando la intervención de la SSC.

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11/15/20252 min read

La marcha de la "Generación Z" y el "Movimiento del Sombrero" se inscribió este sábado en la Ciudad de México como la expresión más contundente del hartazgo ciudadano contra Morena y la actual administración capitalina. El movimiento, motivado por la crisis de inseguridad y el fracaso de las políticas de seguridad, demostró ser una fuerza genuina y masiva que evidencia la desconexión del gobierno con la realidad social. La manifestación superó la narrativa oficialista que buscó minimizar su impacto desde el inicio.

La protesta adquirió un cariz particularmente político al desmentir de forma categórica la descalificación emitida por la administración de Claudia Sheinbaum. La presidenta había intentado manchar el movimiento al tacharlo de ser un acto de "bots" o de manipulación, y al exponer públicamente a los jóvenes que lo organizaban. Este intento de represión y deslegitimación no hizo más que alimentar la indignación, confirmando a los manifestantes que la única forma de ser escuchados era con la fuerza de su presencia en las calles. La llegada de la marcha al Zócalo y el consecuente derribo parcial de las vallas que protegían Palacio Nacional simbolizó la caída de las mentiras y la indiferencia gubernamental.

La intensidad de la movilización, donde los manifestantes utilizaron incluso martillos y varas para enfrentar el cerco de metal, demostró que la rabia social es real. A pesar del despliegue de 800 elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la protesta se mantuvo firme, enviando un mensaje claro a Morena: la base de votantes jóvenes está activa y movilizada contra la inseguridad y la falta de respeto a la ciudadanía.

En conclusión, la marcha de la Generación Z se consolida como un triunfo de la resistencia civil y un punto de inflexión donde la juventud probó que su voz no puede ser silenciada con etiquetas ni amenazas. La movilización es el reflejo inequívoco de que el hartazgo contra el partido en el poder es real, profundo y se manifiesta con la fuerza de miles de personas en las calles.