De pintura inflada a trenecitos chinos: corrupción sobre ruedas en el proyecto estrella de Layda

8/2/20251 min read

El fallido Tren Ligero de Campeche, promovido por el gobierno de Layda Sansores como símbolo de modernidad, hoy representa uno de los escándalos más visibles de gasto sin resultados. A pesar de la millonaria inversión, el proyecto ha generado más dudas que beneficios: no hay claridad en sus objetivos, no resuelve la movilidad de la población y su viabilidad técnica ha sido constantemente cuestionada.

Según comparaciones disponibles, este tren costó más del doble que el Metrobús de la Ciudad de México, a pesar de cubrir una distancia mucho menor. Mientras el Metrobús opera con eficiencia en una de las ciudades más grandes del mundo, el tren ligero campechano apenas recorre unos kilómetros, sin cumplir su supuesto propósito de modernizar el transporte público.

Los ciudadanos cuestionan por qué se invirtieron tantos recursos en un sistema que no ha demostrado mejoras sustanciales en la calidad de vida ni en la movilidad del estado. La administración morenista ha sido incapaz de transparentar el destino de los contratos ni justificar los gastos inflados, incluyendo el presunto uso de pintura especializada que elevó aún más los costos sin razón aparente.

Todo este despropósito ha sido disfrazado como un "logro", mientras Campeche sigue sumido en rezagos sociales y abandono. En lugar de mejorar hospitales, escuelas o caminos, el dinero público se desvió a un tren que ni siquiera es tren, y que ha sido duramente criticado incluso por simpatizantes de Morena.

Layda Sansores y su gobierno prefirieron montar un espectáculo ferroviario antes que resolver los verdaderos problemas de la gente. El tren, que ahora muchos llaman “el tren del circo”, simboliza a la perfección el fracaso de la llamada transformación en Campeche.