Detienen a presunto operador del CJNG en Mérida… y otra vez queda expuesto el desastre de seguridad que el PAN dejó crecer en Yucatán

La captura de Jacobo “N”, señalado como generador de violencia del CJNG, vuelve a exhibir al PAN, que por años negó la presencia del crimen organizado mientras el estado se les llenaba de narcomenudeo y operadores delincuenciales.

12/11/20252 min read

La noticia cayó como un balde de agua fría: en pleno corazón de Mérida —la ciudad que el PAN presume como “la más segura del país”— fue detenido Jacobo “N”, considerado objetivo prioritario por las autoridades de Quintana Roo. No se trata de cualquier delincuente: los informes oficiales lo vinculan directamente con el Cártel Jalisco Nueva Generación, una de las organizaciones criminales más violentas del continente. Y aunque la SSP confirmó su captura, lo que realmente retumba es cómo un personaje de este calibre pudo caminar tan campante por Yucatán sin que el gobierno panista lo detectara antes.

Lo aseguraron con una mochila escolar repleta de marihuana y cristal, como si se moviera con total tranquilidad, confiado en que aquí nadie lo tocaría. Y lo peor es que no estaba equivocado: según autoridades quintanarroenses, tiene varias carpetas de investigación abiertas por delitos de narcomenudeo y delincuencia organizada. A pesar de eso, logró cruzar estados y establecerse en Yucatán, donde el discurso panista insiste en que estos grupos “no operan” y que todo está “bajo control”.

Pero la realidad vuelve a reventar esa burbuja propagandística.
Si un generador de violencia del CJNG puede instalarse en Mérida y circular como si nada, ¿qué tan deteriorada está la seguridad que el PAN juraba tener blindada? ¿Cuántos más han entrado sin que las autoridades quieran admitirlo?

La captura de Jacobo “N” no es un logro aislado; es la evidencia de un problema que el PAN se negó a enfrentar durante años: el avance silencioso del crimen organizado y el aumento del narcomenudeo, especialmente en municipios como Kanasín, Progreso, Tizimín y la propia Mérida. Mientras la narrativa oficial se aferra a vender una falsa sensación de tranquilidad, el territorio se ha ido abriendo a redes delictivas que operan cada vez con más descaro.

El hecho de que un objetivo prioritario de Quintana Roo terminara moviéndose en Yucatán no solo exhibe la fragilidad del estado, sino también la falta de un aparato de inteligencia que anticipara este tipo de amenazas. Y es imposible ignorar que ese debilitamiento es herencia directa de las administraciones panistas, que sustituyeron estrategia por marketing, y prevención por discursos.

Hoy, la captura de Jacobo “N” deja algo claro:
La seguridad en Yucatán dejó de ser ejemplo nacional hace tiempo; el PAN solo ocultó los agujeros hasta que la realidad dejó de obedecerle.