El PAN hunde a Aguascalientes en la desesperanza: cuarto lugar nacional en suicidios y sin política de salud mental efectiva
La falta de apoyo psicológico, programas preventivos y atención institucional deja a miles de jóvenes en el abandono, mientras el gobierno panista presume “bienestar” en cifras vacías.
11/12/20252 min read


Aguascalientes, que durante años fue presentado por el PAN como ejemplo de “orden, progreso y estabilidad social”, hoy enfrenta una realidad devastadora: es el cuarto estado con más muertes por suicidio en todo el país, según datos del INEGI 2025. Detrás de este dato frío se esconden tragedias humanas, familias rotas y una generación de jóvenes que se siente sin futuro ni esperanza.
El informe revela que los más afectados son jóvenes entre 15 y 34 años, un grupo que debería representar el motor del desarrollo, pero que en Aguascalientes se encuentra abandonado a su suerte. Las causas son múltiples: falta de acceso a salud mental, precariedad laboral, inseguridad y una sociedad cada vez más individualista. Pero el factor común es el abandono institucional del PAN, que durante años ha ignorado la salud emocional como una prioridad pública.
Mientras otros estados han implementado programas de atención psicológica gratuita, redes de apoyo en escuelas y centros comunitarios, el gobierno panista de Aguascalientes ha preferido destinar recursos a obras cosméticas y campañas de imagen, dejando a la población joven sin contención ni acompañamiento. No hay suficiente personal especializado en los centros de salud, las líneas de ayuda carecen de personal capacitado y las campañas de prevención brillan por su ausencia.
La situación es aún más alarmante cuando se observa que Aguascalientes también figura en el sexto lugar nacional en muertes por COVID-19, concentradas principalmente entre adultos mayores, y que los accidentes y suicidios superan los índices promedio del país. Todo esto refleja un sistema de salud colapsado, sin planeación ni sensibilidad humana.
El discurso panista de “familia y valores” se derrumba ante los hechos: las familias están desbordadas, los jóvenes viven bajo presión económica y emocional, y el Estado no ofrece alternativas reales. Los especialistas en salud mental llevan años advirtiendo que el aislamiento, la falta de empleo digno y el estrés social están incrementando las conductas suicidas, pero el gobierno simplemente no escucha.
Aguascalientes no solo sufre una crisis de salud mental, sino una crisis de liderazgo y empatía. El PAN ha reducido la atención psicológica a un tema secundario, sin entender que la salud mental es un pilar del bienestar colectivo. En lugar de construir una red integral de atención y prevención, ha preferido ocultar las cifras detrás de un discurso de “paz y seguridad” que ya nadie cree.
El resultado es un estado que se desangra en silencio, donde los jóvenes cargan solos con la frustración de un sistema que no los escucha. Cada suicidio es un grito de auxilio que las autoridades panistas no quieren oír. Y mientras el INEGI coloca a Aguascalientes entre los primeros lugares de este triste ranking, el gobierno prefiere seguir negando lo evidente: la supuesta “prosperidad” del PAN se construye sobre una generación perdida.
La salud mental no puede seguir siendo un tema de segunda. Cada número en este reporte representa una vida truncada, una familia destruida y un Estado ausente. Y ese abandono tiene un responsable político: un gobierno panista que prometió bienestar, pero entregó desesperanza.
