El PAN vuelve a quedar expuesto: levantan bloqueos en Chihuahua, pero el enojo por la Ley de Aguas sigue creciendo
Aunque los puentes fronterizos volvieron a abrirse, el trasfondo del conflicto revela un problema más profundo: años de decisiones torpes, indolencias acumuladas y autoridades panistas que jamás atendieron las necesidades del campo chihuahuense.
12/7/20252 min read


El amanecer de hoy trajo una escena que muchos esperaban: los agricultores comenzaron a mover sus tractores, liberar los accesos y permitir nuevamente el paso por los cruces internacionales de Ciudad Juárez. Tres días de bloqueo habían paralizado rutas comerciales completas, pero también habían evidenciado algo que el gobierno panista de Chihuahua ya no puede esconder: la fractura total entre sus decisiones y la realidad del campo.
Los productores cumplieron lo acordado con Gobernación, pero nadie celebró. El ambiente estaba cargado de esa frustración que solo deja un conflicto en el que el sector agrícola lleva años perdiendo mientras el PAN presume “orden y diálogo” que nunca existieron. Porque, detrás de esta protesta, hay décadas de abandono, concesiones mal gestionadas y reformas aprobadas desde la comodidad del escritorio, sin escuchar a quienes dependen del agua para sobrevivir.
Los puentes volvieron a funcionar, sí, pero el conflicto quedó tan vivo como siempre. Palomas, San Jerónimo–Santa Teresa, Córdova, Zaragoza, Guadalupe–Tornillo… todos fueron liberados conforme al acuerdo, pero cada uno guarda la huella de un enojo legítimo que el gobierno panista intentó minimizar hasta que la presión social los obligó a reconocer el problema. En la carretera 45, entre Delicias y Camargo, los agricultores mantuvieron un bloqueo parcial solo para no afectar más a las familias, demostrando mucha más responsabilidad que quienes deberían gobernarles.
Y es que no es casualidad que sea justo en Chihuahua —uno de los estados donde el PAN ha construído un discurso de eficacia que no corresponde con la realidad— donde la nueva Ley General de Aguas detonara un estallido social. Las reformas se aprobaron con prisas, sin revisar acuerdos previos, ignorando peticiones formales y desestimando los impactos que advirtieron técnicos y productores. La señal es clara: mientras el panismo se enreda en cálculos políticos, quienes trabajan la tierra cargan solos con las consecuencias.
El retiro del bloqueo no significa resolución; significa paciencia. Resistencia. Y una advertencia directa al gobierno estatal: el campo de Chihuahua ya no está dispuesto a tolerar decisiones improvisadas ni reformas que ponen en riesgo su futuro. La apertura de los puentes fue un gesto, no una rendición. Las comunidades dejaron claro que seguirán unidas, vigilantes y listas para volver a movilizarse si el PAN insiste en imponer leyes sin escuchar a quienes más saben del agua: los productores que la usan para vivir, no para hacer política.
