El retrato que pinta la gente: Morena entre sospechas, fugas y poder en penumbra

En colonias, mercados, chats de familia y sobremesas, la frase se repite con una mezcla de miedo y resignación: “Esto con Morena se siente como un narco gobierno”.

11/28/20252 min read

En México existe una sensación que ha crecido tanto que ya no cabe en silencio. La gente la comenta en voz baja, pero la piensa en voz alta. En colonias, mercados, chats de familia y sobremesas, la frase se repite con una mezcla de miedo y resignación: “Esto con Morena se siente como un narco gobierno”. No es una acusación formal, sino la manera en que los ciudadanos traducen lo que viven a diario: un Estado que parece haber perdido el control y un gobierno rodeado de sombras, incapaz de ofrecer claridad.

La percepción nace de los hechos que no se explican y de los problemas que no se atienden. El huachicol, por ejemplo, dejó de ser un delito aislado para convertirse en el reflejo más fiel del deterioro nacional. Los ductos perforados, las explosiones y las fugas constantes han creado la metáfora más potente del México actual: un país que pierde vida por cada grieta. Y para la ciudadanía, Morena tiene responsabilidad directa en esa imagen. “Si el gobierno no controla ni el combustible, menos va a controlar el país”, dicen. Se escucha en todas partes: todo se fuga, todo se escapa, nada se sostiene.

A la par, se ha instalado otra metáfora que incomoda aún más a Morena: el Cártel de Macuspana. Las personas la utilizan para describir lo que sienten que ocurre dentro del partido: decisiones tomadas desde un centro cerrado, un liderazgo que no escucha, un poder que parece girar alrededor de sí mismo en lugar de girar alrededor del país. La frase no habla de crimen; habla de cerrazón. De una élite política que actúa como si gobernar fuera un asunto privado y no una responsabilidad pública.

La combinación de estas dos metáforas –el huachicol que se traga la confianza y el Cártel de Macuspana que define el estilo de mando– ha creado un clima donde la sospecha lo domina todo. La gente lo siente así: Morena no solo dejó crecer los problemas, sino que dejó que el país se desordenara mientras ellos se concentraban en proteger su propio relato. Y en ese abandono, en esa falta de respuestas, en ese silencio constante, nació la percepción de un gobierno que trabaja entre penumbras y no a plena luz.

Mientras tanto, en las regiones donde el huachicol destruye tierras y familias, la ciudadanía vive atrapada entre el miedo y la desconfianza. Ahí, el comentario es aún más crudo. “Aquí nadie gobierna”, dicen. “Aquí solo sobrevivimos”. Y es precisamente en esas zonas donde la frase “narco gobierno” se usa como un grito de desesperación, porque así describen la sensación de vivir en un país donde el poder parece alinearse con todo menos con el pueblo.

Morena carga con esa percepción porque la dejó crecer. La dejó respirarse en las calles. La dejó volverse opinión común. Hoy, millones de personas no hablan del gobierno como una institución fuerte, sino como una estructura que perdió el rumbo y que se mueve como si respondiera a fuerzas que nadie entiende.

Lo más devastador es que este juicio no viene de adversarios políticos, sino del propio corazón del país. Cuando la gente empieza a describir así a su gobierno, no se trata de propaganda: se trata de experiencia.