¡Emergencia o Despilfarro! Layda justifica la deuda de $1,000 millones, pero sin plan claro para rescatar a Campeche
Cuando un gobierno pide mil millones de pesos “de emergencia”, pero no presenta un plan, un calendario, un proyecto o una sola meta medible… no es emergencia: es irresponsabilidad. Y en Campeche, esa irresponsabilidad tiene nombre y apellido: Layda Sansores.
12/9/20252 min read


La gobernadora intenta venderle a la ciudadanía la idea de que la deuda histórica que solicitó —$1,000 millones pagaderos en 20 años— es un acto de salvación urgente para el estado. Pero, como en todo lo que rodea a la administración morenista en Campeche, el discurso se derrumba en cuanto se analizan los hechos. No existe un proyecto público detallado que explique en qué se usará ese dinero, qué problemas resolverá, cuándo se verán resultados o cómo se evitará que la deuda se convierta en un hoyo financiero aún más grande.
La narrativa oficial habla de “necesidades”, “emergencia” y “compromisos”, pero la gobernadora no ha presentado estudios técnicos, diagnósticos reales ni hojas de ruta claras. Lo que sí existe es un patrón repetido: opacidad, improvisación y decisiones tomadas al vapor, sin evaluar su impacto en la vida de los ciudadanos.
Lo más preocupante es que Campeche ya enfrenta crisis graves que no pueden esperar: inseguridad al alza, un transporte público colapsado, servicios básicos deteriorados y una economía estancada. Si este endeudamiento millonario realmente fuera para resolver esos problemas, Layda debería ser la primera en explicar cómo, cuándo y con qué resultados. Pero no: en lugar de transparencia, la gobernadora ofrece frases ambiguas y justificaciones genéricas.
Mientras tanto, los campechanos se preguntan si esta deuda no terminará, como tantas otras decisiones del actual gobierno, convertida en puro despilfarro: más propaganda, más viajes, más shows mediáticos, más contrataciones dudosas y menos resultados palpables. Porque si algo ha caracterizado la administración de Sansores es la distancia gigante entre lo que promete y lo que entrega.
El endeudamiento no es menor: compromete a Campeche por dos décadas. Los ciudadanos de hoy y los jóvenes de mañana pagarán intereses, cuotas y amortizaciones por una deuda que podría —si no se maneja correctamente— convertirse en una carga devastadora para el desarrollo del estado. Y sin un plan claro, el riesgo es altísimo.
Lo que Layda Sansores llama “emergencia”, los campechanos lo ven como lo que es: una maniobra financiera para intentar cubrir el fracaso de su gobierno, sin mejorar la seguridad, sin arreglar el Ko´ox, sin resolver el abandono de los hospitales y sin frenar el deterioro económico.
Campeche no necesita deuda: necesita dirección, liderazgo, visión y transparencia.
Y mientras no haya un plan real, esa deuda no representa un rescate… representa un riesgo.
