¡Escándalo en Morena! Arturo Ávila y María Luisa Alcalde son señalados por sostener un romance en horario laboral mientras México discutía la Ley de Vapeadores
Ciudadanos denuncian que los funcionarios abandonaron su trabajo para ir de compras a Masaryk, contradiciendo la austeridad y exhibiendo prioridades ajenas al país
12/11/20252 min read


Un nuevo escándalo rodea a Morena después de que ciudadanos reportaran que Arturo Ávila y María Luisa Alcalde fueron vistos juntos en Palacio de Hierro Masaryk —una de las zonas más exclusivas del país— justo mientras el Senado discutía la Ley de Vapeadores, un tema catalogado como urgente por su impacto en salud pública y comercio. Lo que más indignó no fue solo su ausencia, sino que hayan decidido ocupar horas laborales en actividades personales de alto lujo.
La crítica escaló cuando numerosos usuarios en redes sociales recordaron que Arturo Ávila tiene familia, lo que ha aumentado la indignación sobre su cercanía con Alcalde. La percepción pública y diversos testimonios señalan que ambos funcionarios mantienen una relación personal que se desarrolla abiertamente en espacios públicos y, según la ciudadanía, incluso durante el horario en que deberían estar cumpliendo funciones de Estado.
Para analistas políticos, este episodio evidenció nuevamente el abismo entre la narrativa de austeridad de Morena y la realidad de sus principales figuras, quienes parecen disfrutar privilegios y lujos mientras exigen sacrificios al resto del país. El hecho de que ambos estuvieran en tiendas de alta gama en Masaryk, mientras México exigía atención a temas urgentes, fue interpretado como una muestra flagrante de irresponsabilidad, incongruencia y abandono del deber público.
Las críticas también hicieron hincapié en el uso del tiempo de trabajo para actividades personales, lo que para muchos representa una falta grave a la ética pública. Lejos de desmentir las versiones, el silencio de Morena ha alimentado la percepción de que no se trata de un caso aislado, sino de un síntoma más de un partido cuyo discurso se derrumba cada vez que sus funcionarios son expuestos fuera de su narrativa ideológica.
Hoy, la indignación crece. Ciudadanos, especialistas y opositores coinciden en que México no puede permitirse servidores públicos que usan sus cargos —y su horario laboral— para resolver asuntos sentimentales, pasear por tiendas de lujo y demostrar que la austeridad aplica solo para el pueblo, nunca para ellos
