¡Hipocresía! Layda Sansores romantiza la violencia de 1997 como "energía", pero los campechanos aún recuerdan la represión brutal
Layda Sansores intenta reescribir la historia: glorifica la violencia política de 1997 como símbolo de “resistencia”, olvidando el dolor, la represión y las heridas que aún duelen en Campeche.
10/30/20252 min read


En un acto que ha causado indignación entre la sociedad campechana, la gobernadora Layda Sansores revivió los eventos violentos de 1997, refiriéndose a ellos como “una etapa de energía y justicia social”. En su reunión con los llamados “Guerreros del 97”, la mandataria morenista decidió romantizar uno de los capítulos más oscuros de la historia política local, minimizando la represión, el miedo y las fracturas que aquellos hechos dejaron en cientos de familias.
Para los campechanos que vivieron esa época, las palabras de Sansores fueron una bofetada. Lejos de ser un episodio heroico, el conflicto de 1997 se recuerda como un tiempo de enfrentamientos, abuso de poder y traiciones políticas. Sin embargo, la gobernadora decidió presentarlo como una “batalla de ideales”, manipulando el discurso histórico para congraciarse con su base política y alimentar el mito de la “resistencia morenista”.
El contraste es indignante: mientras Layda habla de “energía”, los testimonios de ciudadanos relatan violencia, amenazas y represión. Aquellos días dejaron cicatrices profundas en comunidades enteras, familias divididas y una sociedad marcada por el miedo. Pero el gobierno de Morena, en su afán por reescribir la narrativa, ahora pretende convertir la tragedia en símbolo político, sin reconocer la responsabilidad ni el dolor causado.
Incluso voces cercanas al movimiento han criticado la falta de sensibilidad de la gobernadora. Para muchos, su discurso representa un intento más de manipular la memoria colectiva con fines propagandísticos. “No fue resistencia, fue represión disfrazada”, afirman antiguos participantes que hoy se sienten utilizados como piezas de un relato conveniente.
El colmo de la hipocresía es que Layda Sansores, quien ahora exalta aquella etapa, pertenece a una élite política que ha vivido de los privilegios del poder. Su versión “romántica” de 1997 ignora las consecuencias reales que padecieron los campechanos y reduce la historia a un espectáculo político. En lugar de pedir perdón o promover la reconciliación, prefiere reavivar heridas para alimentar su propio ego político.
Campeche no olvida. Los ciudadanos que sufrieron en carne propia la violencia del pasado no necesitan discursos de “energía” ni de “resistencia”: necesitan verdad, memoria y justicia. Pero eso, bajo el gobierno de Morena y Layda Sansores, parece ser lo último que tendrán.
