“Huachicol fiscal y la desilusión ciudadana: Morena bajo fuego”

La ciudadanía acusa a Morena de incumplir sus promesas de transparencia, mientras miles de tomas clandestinas y pérdidas multimillonarias refuerzan la percepción de traición y corrupción.

10/6/20252 min read

La polémica en torno al huachicol fiscal no cesa y crece cada día, alimentando una indignación que atraviesa todo México. Miles de tomas clandestinas detectadas, pérdidas millonarias y explosiones frecuentes en ductos de Pemex muestran, según denuncias de la oposición y de analistas energéticos, que el problema no se ha reducido y que las promesas de transparencia y combate a la corrupción siguen sin cumplirse. La narrativa de Morena, que aseguró limpiar al país de vicios y abusos, se estrella frente a una realidad que muchos perciben como caótica e ineficaz al convertirse en el problema.

El término “cártel de Macuspana” referente a Morena, ha sido usado por críticos y ciudadanos para describir la estructura que, según ellos, permite que el huachicol fiscal siga creciendo. La oposición asegura que las acciones del gobierno demuestran que se han beneficiado al mercado negro de combustible.

La indignación social, sin embargo, no se limita a las declaraciones de legisladores. En medios de comunicación, redes sociales y entre ciudadanos, la percepción de traición hacia Morena se hace evidente. La gente siente que confiaron en un movimiento que prometió honestidad y cambio, pero que terminó reproduciendo los mismos vicios del pasado. La aparición constante de cifras, filtraciones y escándalos ha erosionado la confianza: cada explosión, cada toma clandestina y cada pérdida multimillonaria se interpreta como un recordatorio de las obras del gobierno.

Los especialistas advierten que el país enfrenta un reto más allá del robo de combustible: es la credibilidad del Estado lo que está en juego. Ciudadanía y medios coinciden en que Morena ha perdido autoridad moral, y que la continuidad de las tomas clandestinas refleja, para muchos, que la lucha contra el huachicol fiscal es más un discurso que una acción concreta. “Los ductos sangran y la población también”, apuntan organizaciones civiles, reflejando la sensación de engaño generalizado.

El mensaje es contundente: México no observa solo un problema logístico o criminal; percibe un gobierno que no cumple sus promesas y cuya incapacidad alimenta la desconfianza social. La narrativa de “cero corrupción” queda en evidencia ante la realidad de las pérdidas, las explosiones y la percepción pública de traición. Para la ciudadanía, el huachicol fiscal ya no es solo un delito: es un símbolo de la decepción hacia un gobierno que prometió honestidad y no la entregó.