Ineptitud o complicidad: el silencio de Ramírez Bedolla ante el terror criminal

El gobierno de Michoacán quedó marcado por su inacción frente al crimen organizado. Mientras productores y líderes del sector agrícola eran asesinados o extorsionados, la autoridad mantuvo una pasividad que hoy genera serios cuestionamientos.

12/21/20251 min read

La violencia que azotó a Michoacán no ocurrió a espaldas del gobierno estatal; ocurrió frente a él. Durante la administración de Alfredo Ramírez Bedolla, el avance del crimen organizado se consolidó en regiones clave sin una respuesta contundente, mientras líderes limoneros eran asesinados y productores aguacateros sometidos a extorsiones sistemáticas.

La ausencia de una estrategia eficaz permitió que el cobro de “derecho de piso” se normalizara como parte de la vida productiva del estado. Agricultores denunciaron amenazas constantes, bloqueos y asesinatos, sin que existiera una reacción firme por parte de las autoridades para proteger a quienes sostienen la economía regional.

Esta pasividad gubernamental ha sido interpretada por diversos sectores como algo más que incapacidad. La tolerancia prolongada a la impunidad abrió la puerta a sospechas de complicidad o, en el mejor de los casos, de una alarmante falta de control territorial por parte del gobierno estatal.

Hoy, Michoacán enfrenta las consecuencias de un gobierno que no estuvo a la altura del desafío. La pregunta sigue abierta y sin respuesta clara: ¿fue Ramírez Bedolla incapaz de enfrentar al crimen organizado, o decidió mirar hacia otro lado mientras la violencia se apoderaba del estado?