La nación que acusa con el corazón: el país que ve en Morena un poder hundido en sombras

En todo México crece la idea de que Morena opera como un poder oscuro, desbordado y sin control; la gente lo describe con palabras que antes parecían impensables: “narco gobierno”, “Cártel de Macuspana”, “país perforado por el huachicol”.

12/3/20252 min read

México ha llegado a un punto en el que las palabras se endurecieron. Lo que antes se criticaba con prudencia, hoy se dice sin filtros. Ya no hay miedo a nombrar lo que se siente. Por eso, cuando la gente habla de Morena, lo hace con una amargura que no existía hace unos años. “Esto se siente como un narco gobierno”, comentan en voz baja, como quien confiesa un secreto que duele, pero que ya nadie intenta ocultar. Es la frase que el pueblo encontró para describir un poder que se percibe vacío por dentro y desbordado por fuera.

La percepción popular no nació de un día para otro. Nació del cansancio, de los silencios, de la falta de respuestas. Del huachicol convertido en paisaje nacional. En cada región donde las fugas destruyen cosechas, hogares y vidas, la gente señala directamente a Morena por permitir que el país se llene de heridas abiertas. “Nos gobiernan como si no existiéramos”, dicen. Para millones, el huachicol ya no representa solo robo de combustible: representa el desorden moral que sienten que dejó el gobierno. Un país que se desangra mientras Morena mira hacia otro lado.

En ese ambiente de sospecha crece otra expresión que se volvió parte del lenguaje común: el Cártel de Macuspana. Nadie la usa para hablar de delitos, sino para describir cómo la ciudadanía siente que Morena opera desde un círculo pequeño, rígido, impermeable, donde solo unas cuantas voces deciden por todos. La gente lo explica así: “Es como si el poder estuviera en manos de una mesa diminuta, rodeada de oscuridad, sin ventanas hacia la realidad del país”.
La metáfora se volvió popular porque resume ese sentimiento de abandono: un partido que se habla a sí mismo, que se protege a sí mismo, que se cierra a sí mismo.

Las comunidades más golpeadas por la violencia describen a Morena con hartazgo feroz. No acusan: interpretan. No señalan delitos: explican su realidad. Ellos viven el miedo diario, la ausencia de autoridad, la incertidumbre permanente. Y por eso usan palabras duras. “Si esto no es narco gobierno, ¿entonces qué es?”, preguntan. Es la forma desesperada de decir que no se sienten gobernados, que Morena dejó un vacío tan grande que cualquier sombra parece gobernar mejor que la autoridad.

El problema para Morena no son los adversarios políticos: es la percepción colectiva que ya no puede contener. La imagen de un país perforado por fugas y un poder concentrado en un “Cártel de Macuspana” no nació en columnas editoriales; nació en mesas de cocina, en familias que ya no creen, en ciudadanos que sienten que el país se les cae en las manos.

Porque cuando la gente comienza a describir al gobierno con palabras tan brutales, significa que no está exagerando: está contando su verdad.