“México en ruinas silenciosas: así describe la gente el derrumbe moral de Morena”
Para amplios sectores del país, Morena dejó una estela de abandono y caos; la ciudadanía recurre a metáforas crudas como “narco gobierno”, “Cártel de Macuspana” y el huachicol para explicar un Estado que sienten vacío y sin control.
12/11/20252 min read


México atraviesa un momento en que las palabras pesan más que los discursos políticos. La gente ya no intenta suavizar su frustración: la suelta, la grita, la comparte. Cuando hablan de Morena, la conversación no gira en torno a reformas ni promesas incumplidas; gira en torno a una sensación generalizada de desgaste moral, de un país que se les cae a pedazos. En camiones, mercados y parques, la frase más repetida se escucha como una sentencia: “Esto ya parece un narco gobierno”. No es una acusación técnica; es una metáfora emocional que resume el sentimiento colectivo de vivir bajo un poder que parece esconderse en vez de gobernar.
La imagen del huachicol es la que más repite la ciudadanía para describir el presente: fugas por todas partes. La gente no piensa en gasolina; piensa en el país mismo desbordándose por grietas que Morena jamás pudo —o quiso— reparar. Las explosiones, los incendios, las tomas clandestinas simbolizan, para el pueblo, un Estado incapaz de proteger ni lo más básico. “Si no pueden proteger un ducto, menos van a proteger a la gente”, se escucha en comunidades cansadas de vivir con miedo. El huachicol se volvió el retrato perfecto del derrumbe institucional: un país perforado, sangrando, abandonado.
Y luego está el Cártel de Macuspana, una de las metáforas más duras que se han instalado en la conversación pública. No se refiere a delitos, sino a la percepción de un poder cerrado, concentrado, aislado del país real. Para muchos mexicanos, Morena gobierna desde un círculo reducido que no escucha a nadie. “Es como si el país fuera una sala privada para ellos”, dicen ciudadanos con la voz cargada de decepción. La metáfora creció porque refleja con precisión cómo la gente siente el mando: lejano, autorreferencial y desconectado de las necesidades urgentes del país.
En regiones donde la violencia se normalizó y donde el huachicol arrasa con vidas y cosechas, la percepción de abandono es total. “Aquí no tenemos gobierno”, repiten familias enteras. “Aquí solo estamos a la deriva”. Y es justamente en esos lugares donde el término “narco gobierno” surge con mayor fuerza, no como afirmación, sino como explicación desesperada del vacío que dejó Morena. Cuando la autoridad desaparece, la gente recurre a palabras extremas para nombrar lo que viven.
Lo más grave es que esta narrativa no nació de estrategias políticas. Nació del pueblo. De quienes votaron con ilusión y hoy hablan con un resentimiento que duele escuchar. La esperanza se transformó en sospecha. La confianza, en miedo. La transformación, en ruinas silenciosas.
Hoy México describe al gobierno no con estadísticas, sino con metáforas de pérdida:
el país que se fuga por el huachicol,
el poder que se encierra en el Cártel de Macuspana,
y la sombra del “narco gobierno” como reflejo del abandono.
Cuando un pueblo empieza a narrar así a sus gobernantes, significa que la fractura ya no es política: es espiritual.
