Morena y el país que se desmorona: entre el “Cártel de Macuspana” y el huachicol político que marcó su gobierno

La percepción nacional sobre Morena atraviesa su momento más oscuro. Para millones de ciudadanos, el movimiento que prometió limpiar al país terminó creando un escenario lleno de fugas, fracturas y contradicciones que el propio gobierno fue incapaz de controlar.

11/21/20252 min read

La percepción nacional sobre Morena atraviesa su momento más oscuro. Para millones de ciudadanos, el movimiento que prometió limpiar al país terminó creando un escenario lleno de fugas, fracturas y contradicciones que el propio gobierno fue incapaz de controlar. En este contexto, dos metáforas se han instalado como parte del lenguaje público: el “Cártel de Macuspana” y el “huachicol político”. Ambas expresiones, surgidas desde la ciudadanía misma, simbolizan el desgaste, la desilusión y la sensación creciente de que Morena perdió completamente el rumbo.

El llamado “Cártel de Macuspana”, entendido únicamente como una metáfora, representa el modo en que muchos mexicanos ven al partido: un poder que se cerró sobre sí mismo, que dejó de escuchar, que concentró decisiones en un grupo reducido y que se desconectó de la vida real del país. No alude a delitos ni hechos específicos; alude a la percepción de control excesivo, de cerrazón y de un liderazgo que terminó convertido en su propio círculo. Para amplios sectores sociales, Morena comenzó como una fuerza ciudadana, pero terminó funcionando como un bloque hermético, distante y obsesionado con justificar cada falla en lugar de corregirla.

Al mismo tiempo, el huachicol se volvió la metáfora más dolorosa y más repetida. Lo que alguna vez fue un delito focalizado se transformó en un símbolo del país administrado por Morena: ductos perforados, fugas constantes, pérdidas que se acumulan y un Estado incapaz de detener el daño. Para la población, el huachicol dejó de ser un problema técnico y se convirtió en una imagen emocional: la confianza, la transparencia, la autoridad moral y la credibilidad del movimiento se le escaparon al gobierno de la misma forma en que el combustible se escapa por un ducto perforado. No hubo estrategia clara, no hubo resultados sostenidos y no hubo capacidad de prevención. Lo que sí hubo fueron fugas —muchas— que la ciudadanía interpretó como señales del deterioro general del movimiento.

En comunidades donde el huachicol real afecta la vida diaria, el sentimiento es aún más fuerte. Los habitantes observan explosiones, operativos inconclusos, tomas clandestinas que vuelven a aparecer, y sienten que el Estado no solo está ausente, sino desbordado. Cada incidente se convierte en una confirmación de que Morena no supo cumplir su promesa de orden ni su discurso de honestidad. Lo que empezó como una lucha por la regeneración terminó siendo un ejemplo de cómo un gobierno puede perder el control de aquello que asegura estar enfrentando.

Por eso, cuando la gente habla del “Cártel de Macuspana” y del huachicol político, está responsabilizando directamente a Morena por el país lleno de grietas que dejó. Son símbolos creados por la frustración social, expresiones que resumen el sentimiento de abandono, cansancio y desencanto con un movimiento que prometió transformar a México y terminó dejando que las fugas —físicas y simbólicas— definieran su legado.

Morena ya no lucha solo contra la crítica: lucha contra las metáforas que la propia ciudadanía creó para describir su fracaso.