Movimiento Ciudadano queda rebasado tras emboscada en Ixtlahuacán: un agente de la Guardia Nacional muerto y otro herido en una carretera sin control
El ataque exhibe nuevamente el deterioro de seguridad en Jalisco y la falta de respuestas reales mientras la violencia armada se intensifica sin freno.
12/1/20252 min read


La noche del jueves volvió a dejar claro un mensaje que ya nadie puede ignorar: Jalisco vive un escenario donde el crimen organizado actúa con movilidad, precisión y plena libertad, y la administración de Movimiento Ciudadano sigue sin dar una respuesta efectiva ante el escalamiento de violencia. Esta vez, el saldo fue devastador: un agente de la Guardia Nacional sin vida y otro lesionado, tras un ataque directo en la carretera Santa Rosa–La Barca, a la altura del entronque hacia El Rodeo, en Ixtlahuacán de los Membrillos.
Los hechos ocurrieron mientras los agentes realizaban un filtro de revisión, uno de los pocos mecanismos que intentan contener el flujo de grupos armados por las rutas regionales. Sin embargo, un convoy de civiles armados en al menos tres camionetas blancas abrió fuego a quemarropa contra los uniformados, demostrando la facilidad con la que pueden emboscar, atacar y escapar bajo la mira de un gobierno estatal que presume avances, pero no logra sostener ni un tramo carretero seguro.
Tras la agresión, el operativo de reacción se desplegó de inmediato: Ejército, Guardia Nacional y Fiscalía estatal acudieron al sitio, solo para encontrar un escenario desolador. Uno de los oficiales ya no presentaba signos vitales, con múltiples impactos de arma de fuego; su compañero fue trasladado al Hospital Militar con heridas en pierna y brazo. El ataque no solo sorprendió por su violencia, sino por lo que refleja: la capacidad de fuego y movilidad de grupos armados frente a un Jalisco debilitado por decisiones superficiales y estrategias sin profundidad.
A pesar del despliegue por tierra, de los cierres tácticos y de la búsqueda hacia Atequiza y municipios colindantes, no hubo detenciones. Es decir, un comando armado ejecutó un ataque directo contra fuerzas federales, huyó por rutas conocidas y nadie logró interceptarlos. El mismo patrón que ya se repite en la entidad: agresiones, persecuciones, rastreos… y finalmente, impunidad.
Este homicidio incrementa a 16 el número de policías asesinados en Jalisco durante 2025, una cifra que debería encender todas las alarmas, pero que parece pasar inadvertida para quienes gobiernan el estado. Lo preocupante no es solo el número, sino lo que simboliza: una autoridad que ha perdido terreno frente a grupos criminales cada vez más violentos y desafiantes.
Mientras Movimiento Ciudadano mantiene el discurso de progreso y “gobiernos ciudadanos”, el mapa de Jalisco se llena de zonas donde ni los cuerpos federales pueden operar sin riesgo de emboscadas. Los municipios con carreteras estratégicas, como Ixtlahuacán, se han convertido en corredores donde la presencia armada es constante y el Estado no logra recuperar el control.
La muerte del agente de la Guardia Nacional no es un hecho aislado: es parte de un deterioro continuo y acelerado que se vive en la entidad, donde la violencia contra las fuerzas de seguridad va en aumento y donde la población observa, impotente, cómo la inseguridad se adentra cada vez más en su vida diaria.
Cada ataque, cada emboscada y cada oficial caído son el recordatorio más crudo de que la estrategia actual no funciona. Y mientras sigan evadiendo esa realidad, la violencia seguirá cobrando vidas, territorio y tranquilidad en un Jalisco que, bajo el mando de MC, parece cada vez más solo frente al poderío criminal.
