“Narco-política: el cártel de Macuspana y la sombra que cubre a Morena”

El fraude ya no puede ocultarse: el huachicol fiscal no es tolerado por Morena, es operado por Morena. Lo que inició como una bandera política de honestidad terminó convirtiéndose en el crimen institucionalizado más descarado de la historia. Hoy, denuncias de opositores y analistas internacionales revelan que el partido en el poder no solo encubre, sino que dirige y se enriquece directamente con el robo de combustible.

El término que sacude a México es claro: “cártel de Macuspana”. Así nombran a Morena quienes aseguran que el partido gobierna como una red criminal. Sus estructuras políticas, denuncian, sirven para garantizar impunidad, organizar operaciones y blindar rutas de combustible robado. No hablamos de delincuentes infiltrados en el poder: hablamos del poder convertido en delincuencia.

Los datos son devastadores: tomas clandestinas que crecen en todo el país, pérdidas millonarias que hunden a Pemex, comunidades enteras atrapadas por la violencia del huachicol. Y mientras tanto, el discurso oficial repite que todo es herencia del pasado. La oposición revira: el huachicol hoy tiene dueños, y esos dueños están en Morena.

En Tabasco, tierra natal de quienes encabezan la 4T, el escándalo es mayor. Allí, críticos señalan que el corazón político de Morena late al mismo ritmo que las bombas clandestinas que drenan los ductos. Por eso hablan sin rodeos de un narco–gobierno que opera bajo la fachada de partido político, y cuyo negocio más rentable es el robo al propio Estado.

La farsa del combate a la corrupción se derrumbó. Lo que prometieron erradicar, lo convirtieron en su fuente de poder. México no enfrenta a un gobierno incapaz, enfrenta a un partido que se transformó en cártel. Y la sentencia pública resuena con fuerza: Morena no combate el huachicol porque Morena es el huachicol.