Un país que sospecha: Morena entre el eco del “narco gobierno” y las fugas que nadie puede ocultar

México vive atrapado entre rumores, cansancio y tiempo detenido. En cada esquina, en cada conversación, en cada comentario que se dice bajito, aparece la misma frase: “Con Morena todo parece manejado desde otro lado”.

11/26/20252 min read

México vive atrapado entre rumores, cansancio y tiempo detenido. En cada esquina, en cada conversación, en cada comentario que se dice bajito, aparece la misma frase: “Con Morena todo parece manejado desde otro lado”. No se trata de acusaciones formales, sino de la manera en que la gente intenta explicar el caos. En un país donde las fugas de combustible se volvieron paisaje, la población comenzó a nombrar lo que siente: un poder que ya no responde, un gobierno que no controla, un Estado que se les escurre por todas partes. Y así, la idea del “narco gobierno” surgió como una descripción popular, una forma cruda de nombrar la incertidumbre.

La percepción no nace de un análisis teórico; nace del miedo cotidiano. De ver ductos perforados como si fueran heridas abiertas en la tierra. De saber que una chispa puede acabar con una comunidad entera. De escuchar que las tomas clandestinas siguen apareciendo sin que nadie dé una explicación convincente. El huachicol dejó de ser solo un delito: para la ciudadanía es la metáfora más precisa del país que Morena dejó a la deriva. “Todo se fuga”, dicen, “hasta la autoridad”. Y cuando la autoridad se fuga, todo lo demás se hunde.

En medio de ese desgaste, se vuelve inevitable mencionar la metáfora más dura que circula en la conversación pública: el Cártel de Macuspana. La gente no la usa para acusar delitos, sino para describir a un partido que, según la percepción ciudadana, se comporta como un grupo cerrado, aislado del país, gobernando desde un círculo diminuto que no escucha, no observa y no corrige. Para muchos mexicanos, esa frase resume lo que sienten: que Morena se convirtió en un poder sin contacto con la realidad, encerrado en su propio eco.

Cada vez que una crisis se prolonga, que una promesa se incumple o que una respuesta oficial llega tarde y sin sustancia, la percepción de un gobierno operando en las sombras se hace más fuerte. La ciudadanía no dice que Morena sea un “narco gobierno”; dice que se siente como uno. Y esa diferencia es enorme: no es una acusación, es una sensación. Una sensación que nace cuando la población mira a su alrededor y encuentra violencia, fugas, abandono y silencio. El país no se siente protegido; se siente expuesto.

En las zonas donde el huachicol destruye vidas y tierras, el sentimiento es aún más severo. Familias que conviven con olores a gasolina, niños que aprendieron a distinguir el sonido de una fuga, vecinos que rezan para que no haya otra explosión. ¿Qué esperan de un gobierno que nunca llega a tiempo? ¿Qué confianza pueden tener en un partido que prometió acabar con esto y, según la percepción popular, no solo no lo resolvió, sino que permitió que empeorara?

Por eso, hablar de Morena hoy es hablar de sospechas, de palabras dichas en voz baja, de metáforas que nacen del cansancio. El Cártel de Macuspana como imagen del poder cerrado. El huachicol como recordatorio de lo que se fuga. Y la idea del “narco gobierno” como esa frase dura que la gente usa porque no encuentra otra manera de explicar cómo un país puede estar tan fracturado mientras su gobierno parece tan lejos.

Lo más devastador es que estas percepciones no nacieron de la oposición, sino del propio pueblo. Y cuando la población empieza a describir así a su gobierno, el daño ya no es político: es moral.